domingo, 10 de mayo de 2009

DEMOSTRANDO AMOR

Hola, preciosa. A pesar de que la tata Mar pronto me enseñara a poner en mi boca las palabras que tú no podías pronunciar, voy a escribirte directamente desde mi corazón y de la manera como siempre he procurado hacerte llegar todo el amor que nos dimos en apenas dos años.

Parece que fue ayer cuando llegué como una invitada más a tu casa y, sentada en el sillón, te abalanzaste hacia a mí y te ayudé a ponerte sobre mis piernas. Recuerdo incluso que miraste a tu tata como diciéndole “tata, tata, esta nos la quedamos!!”.

Parecía que en apenas dos minutos me había ganado tu aprecio pero, lejos de la verdad, fuiste tú, con tu entusiasmo y miradas de cariño, la que me conquistó en dos segundos.

Incontables son las veces que te dicho “mi amor”, “mi princesa”, “guapa” o “esta colita es mía” tanto como las veces que tú me has demostrado tu amor. Por eso puede parecer que esté exagerando por el motivo que provocan estas palabras escritas, pero he de dejar clara una cosa: yo siempre he sido muy gatera, los gatos han sido mi pasión, podía entender que la gente quisiera a su perro, pero odiaba que menospreciaran a los gatos frente a los perros. Sin embargo, Laika, contigo se me cayó el mito. Ninguno de mis gatos me ha dado lo que tú, ninguno de los tetes me han mirado con esa dulzura, ninguno de ellos me ha defendido del miedo (primero salen ellos corriendo y… ¡sálvese quién pueda!), ninguno me ha recibido con tantas fiestas como tú.

Por eso paso a recordarte o enumerarte algunas de las cosas de las que me siento orgullosa por haberte tenido:

Recuerdo una noche que bajé a pasearte, era invierno, estaba oscuro y hacía frío. No había ni un alma por la calle y tú paseabas por aquel descampado despistada (o al menos eso creía). De repente aparece a lo lejos una sombra, un hombre, que se acercaba hacia mí. Yo realmente me repetía “va a pasar de largo, estará paseando…” y creo que captaste el pequeño miedo que me invadió y de repente te lanzaste corriendo hacia a mí y erguida y desafiante, a mis pies, comenzaste a seguir con la mirada a aquella persona hasta que pasó de largo y yo, entendiendo perfectamente lo que habías hecho por mí te dije “gracias, preciosa, muchas gracias” y te acaricié la cabeza.

Recuerdo también un día que igualmente bajé a pasearte y al ver que te ensimismabas con tus quehaceres, me senté en el suelo a esperarte. Levantaste la cabeza y, al verme allí, tan abajo, te viniste corriendo asustada por si me pasaba algo. “No, preciosa, estoy bien, no te asustes. Venga, que paseo contigo…”

Cómo olvidar que en verano, cuando me tumbada en el suelo en busca de frescor, tú hacías lo mismo y te ponías patas arriba a mi lado y las dos no mirábamos y nos hacíamos tonterías mientras la tata Mar nos hacía fotos…



Son tantas cosas… Realmente pienso que estabas enamorada de mí, porque sentías tantos celos con los tetes Leo y Golfo… ¿Recuerdas? Leo siempre fue mi preferido y eras tan lista que desde el primer día lo captaste y a Golfo lo podías soportar pero a Leo… A Leo lo tenías entre ceja y ceja y no soportabas mis palabras de amor hacia él.

Te voy a dejar unas fotos de los tetes ahora que te encuentras en el puente del Arco Iris porque allí habrás entendido todo y no habrá cabida para sentimientos equivocados. Estoy segura que de algún modo los tetes te echan de menos, así que ahí van…





En fin, preciosa, eres una de las cosas más maravillosas y bonitas que me han pasado en la vida, es imposible olvidarte tanto como no recordarte cada día, porque cada vez que veo nuestras fotos en el salón siempre pienso en la ironía de la vida: llegaste a mi vida y te subiste a mis piernas y así, sobre mis piernas y recibiendo mis caricias y las palabras y besos de tu tata Mar, te fuiste. Sólo espero que cada día, cada noche, recuerdes el amor que me dio tiempo a darte en dos años porque dudo mucho que se pueda sentir más amor en tan poco tiempo.

Te quiero y formas parte de mí, gracias por haberme enseñado el valor de la amistad, la lealtad, la valentía y la alegría de llegar al hogar.

Besos, mi vida. Te amo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario